viernes, 29 de abril de 2011

El paraíso de mi viejo

Algún día va ser. Después de tanto profundizar en la tierra, se va a aferrar, va a crecer y se va a robustecer. Seguro va a quedar por un tiempo largo como referente del lugar.
Va a dar sombra y va a cobijar. Va a tener muchas hojas, verdes y frescas. Va a ofrecer sus "bulucas" y sus flores.
Seguro. Como seguro es que está en un lugar privilegiado y que lo eligió adrede.
Que es la envidia de otros árboles de la zona. Que respira aire puro y que agradece al sol las caricias que le da.
El paraíso es feliz donde está.
Entre el árbol y mi viejo, hay algo en común. Algún día van a escribir sobre sus maderas, historias. Algunas serán simples corazones. Otros inscribirán sus nombres. Pero la mayoría contará pedazos de su vida, a sus sombras. A sus reparos.
El paraíso y mi viejo van a hacer historia. Mínimas, pero historias difíciles de borrar.

lunes, 25 de abril de 2011

Se vino el otoño

¿Hay alguna duda?
No solo en los árboles, sino también en la luz. Esa luz especial de abril.
Se vino el otoño. Los ocres dominan la escena.
La estación de luz dorada.
La de las sensaciones que pasan por las tripas. Ideal para gente sensible.
Me gusta el otoño. Me gusta mucho.

lunes, 11 de abril de 2011

No es solo una pose

Es actitud también. Las pobres estatuas del Parque están en esa actitud positiva.
A pesar de los detractores. A pesar de los dañinos. A pesar de los funcionarios que miran para otro lado.
A pesar de todo esto y de más, ellas siguen con esa postura.
Orgullosas y altaneras. Perfectas en sus formas y su pose.
Tanto la piedra con la cual están hechas como el cincel del artista que las talló, se pusieron de acuerdo para obtener el mejor resultado: la actitud.
Pero ojo!. Las estamos descuidando demasiado y las estamos dejando muy solas.
Se bancan el frío y la lluvia pero no pueden contra los salvajes desprovistos de amor por lo propio y un cacho de sentido común.
Abracémosla que está sola. Cuidémosla.
La ciudad y nuestro corazón, nos lo agradecerán.

viernes, 1 de abril de 2011

Desde niño

Siempre quise verme sin espejo. Saber como soy sin la ayuda de algo que refleje mi imagen.
Buscar alguien que me retrate o haga un busto de mi persona, me pareció poco agradable.
Hacer un autorretrato tiene mucho de similitud con aquello de "ver lo que se refleja", y aunque lo hice, no fue de mi agrado.
Hasta que aparecieron ellos: los niños.
Las manos y los ojos de las criaturas que son inmaculadas, puras, sin contaminantes. Volátiles y etéreos. Magníficos representantes en la tierra de "La Pureza".
Allí si. Eso me pudo. Con eso comulgo y doy fe.
Ahora lo veo y me veo. Es más, me ve un niño.
Y si un niño te ve...es porque estas vivo.