martes, 6 de septiembre de 2011

Una tarde de domingo en "La Charla"

Mucho viento y tierra. Mucho remolino de ese polvo que se forma en las canchitas de la ciudad por la falta de lluvias que aplaquen esa sed que tiene la tierra.

Si a esto se le agrega un grupo de chicos que juegan a la pelota, la combinación para masticar tierra es perfecta.

Y que hacemos allí? Se preguntarán. La respuesta es desde el corazón: estamos viendo a nuestros amores jugar.

Y ahí va. Elegante en su correr. Con cierto ritmo en su paso y en su trote. Flaco y longilíneo pero con piernas que con más gimnasia, seguro se tornearán a gusto y piacere.

Durante el juego se puede ver como la falta “tiempos” para disputar una pelota en lo alto le dá malestar, o como se le escapa el nueve y no lo puede alcanzar. Pero de algo se puede estar seguro, y es su devoción por el esfuerzo, por arengar a sus compañeros y mirar el partido cual espectador privilegiado.

Ojo! Acaba de sacar una pelota que quemaba y en el pase largo, habilitó al diez que se metió entre los centrales y definió de manera brillante. ¿Y de donde nace la jugada..? Je je…me dirán que es mera fortuna o que no fue adrede su intención. ¿Y a mi que me importa? Se dio así, como otras jugadas que se fueron dando y yo fui “sufriendo” más que disfrutando.

Hasta se animó a gritarle un “olee..” a un rival y lo amonestaron. Esto es inocencia pura. Esto más que una imprudencia, es un pellizco en el cachete a lo políticamente correcto.

El hombrecito con buzo deportivo que denota algún tiempo de estreno, es el Técnico, que habló poco durante el partido pero seguro que instruyó a los chicos en charlas previas. Se noto en el juego que intentaron, y que en varias oportunidades pudieron llevar a cabo.

Así llegó en final. No el mío, el del juego.

Yo todavía sigo con tierra en los ojos, pero llenos de Felipe.