viernes, 16 de diciembre de 2011

Cuestión de embalaje

Y aunque parezca mentira, en este caso el envoltorio es más importante que en contenido.
Es la caja la que te indica que lo que contiene adentro es de una fragilidad extrema. No sucede a menudo, pero en este caso es importantísimo. Yo diría fundamental.
Es que la caja es la que debe recibir los golpes, el calor, la tierra y cualquier clase de malos tratos que se le crucen al objeto. Es así.
Una caja que se precie, debe tener el tino de proteger y advertir de que lo que contiene y transporta, es de suma importancia. Al menos para alguien. Al menos para el portador.
Va más allá de lo que advierta. Que si es frágil o delicado. Que si es importante o esencial. Lo que cuenta es que la gente que rodea el paquete, esté advertida y avisada.
Reitero, más allá que el objeto que anida sea importante o no. Eso es secundario.
Si la caja no avisa, nadie se daría cuenta de que hay latidos adentro.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Los Yuyos

Antes, al la vuelta de cada casa, había un yuyal. Un lugar de exploración y juegos para cualquier niño de barrio que se precie de esa condición.
Antes, salíamos a la siesta, gomera en mano, a "lagartigear", tirarle a los tarros, hacer chozas, cazar mariposas, hacer fogatas o simplemente jugar a la guerrita en esa selva que la providencia nos puso en nuestro camino (yo diría en esos senderos).
Antes recorríamos los baldíos "cirujeando" a la búsqueda de tesoros aún no descubiertos por exploradores. Cualquier cosa podía convertirse en objeto preciado: una botella rara, un juguete roto, una tapa de frascos de penicilina (que con la goma de esta, la usábamos de rueda de autitos rellenos de masilla), ruedas viejas de bicicletas la cual reciclábamos para otro menester. En fin, una infinidad de objetos que llenaban nuestros momentos donde Tom Sawyer era un nabo de dimensiones importantes al lado nuestro.
Mundo por descubrir en cada excursión. Emociones latentes. Momentos que no se pueden transmitir y van a quedar debajo de nuestra piel.
Hoy, al pasar por un yuyal, el olor del recuerdo aturde mi lengua y me deja mudo mi tacto.
Capaz que por eso, pienso, los baldíos deberían ser sembrados adrede y declararlos "Parques Infantiles Barriales".
Los baldíos y cada uno de sus yuyos son para mi, área protegida de toda pala mecánica predadora.
Los yuyales no se tocan. Archívese.