"He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer, no he sido feliz.
Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida no fue su joven voluntad. Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías. Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado la sombra de haber sido un desdichado."
J. L. Borges
lunes, 25 de febrero de 2013
miércoles, 13 de febrero de 2013
¿Como será?
¿Como será la cara
del niño que viene?
¿Como será la risa
del que se alegrará por verme?
¿Como será mi
sonrisa después del descanso? ¿Y como será el descanso de mi mente?
¿Como voy a estar
yo después de haber dormido un sueño largo, el más bello sueño?
¿Como voy a evitar
las pesadillas si asaltan sin pedir lugar?
Creo que por las
mañanas se encuentran respuestas que a la noche se inscriben en preguntas y
las dudas.
La fresca matinal
trae las ganas de respirar, algunas respuestas y más de una certeza.
Mientras la vida
continúa sin parar un instante, el andar nos enseña. Nos alecciona.
A veces cruel y
despiadada, sin miramientos. Otras veces con advertencias, pero siempre con la
misma carga. La de aprender.
Y si de aprender se
trata, estamos en condiciones de decir que no es poca la información que se
recibe a diario. Y dentro de ese cúmulo de datos, lamente por propia defensa,
decanta lo que nos importa o nos sirve al momento. Lo demás, al falso “dejavú”.
En la soledad de mi
mente se abren ventanas nuevas con más espacio a ser llenados. Como si la
capacidad de asombro no hubiese sido cubierta en su totalidad, aparecen nuevos
desafíos, y uno que ya viene medio azotado por los vientos de la mierda, se ve
desbordado y complicado a veces para recibir estas “buenas nuevas”.
En la decisión te
tomar la mente y dejarla sola y al sol un tiempo, se encuentra la búsqueda de
una salida, un paliativo, un respiro. Aunque en el interin nos lloremos y nos
busquemos sin encontrarnos, sin caricias cerca.
Hacia allá voy en
la búsqueda de un Antonio que nadie conoce y está escondido. Oculto como la
risa que se me quitó con el último cigarro fumado al sol. Latiendo en mi boca
sin galopar y con ayuda mecánica. Que solo funciona por osmosis, pero que
después de todo, funciona. Por ahora.
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