miércoles, 6 de julio de 2011

Así soy

Como las mojarras del Suquía, las tipas de la Cañada, las Santa Rita de la peatonal, las palomas de la Plaza Mayor y los perros callejeros.

Como las hojas amarillentas que alfombran el parque Sarmiento.

Como las tardes del Paseo de las Artes y las calles con hinchas rumbo a cualquier cancha.

Como las pocas motos Puma que deambulan aún por las calles y como el viejo bicicletero de barrio que todavía vende parche y solución.

Como se entremezclan carros y autos últimos modelos por las sufridas calles sin que ninguno de los dos se pongan colorados.

Como el tipo que se toma un feca en un bar, mirando hacia afuera, piernas cruzadas y levantando el dedo meñique entre sorbo y sorbo.

Como la mamá que cruza de negocio en negocio de la San Martín, buscando junto a su niño de la mano, la mejor oferta de guardapolvo.

Como ese puestero del Mercado Norte que grita su mejor oferta. Como las derruidas y olvidadas paredes del viejo Mercado de Abasto que hoy ven de reojo a los pibes que pululan sus noches de diversión y excesos.

Como las “niñas” que cruzan nuestra mirada llevándose la atención en sus “espaldas”.

Como las críticas que sistemáticamente aparecen ante cualquier hecho u obra nueva que se realiza en la Ciudad. Siempre.

Como el humor. Como los yuyos. Como el barrio. Como la Universidad. Como las empanadas dulces. Como el Centro. Como la música. Como la parada del bondi. Como el ciego de Rivadavia y 25 de Mayo. Como la puerta reja del Genaro Pérez. Como el “arbolito” de la city. Como Colón y Gral. Paz o Pasaje Ordóñez y Mariano Moreno. Como el diario que miente y dice la verdad. Como la radio que grita y te habla al oído. Como la vecina que barre la vereda. Como los Reformistas del 18. Como el ciruja. Como el Palacio Ferreyra. Como la Alem. Con Salzano y Juan Filloy. Como el cordobazo. Como las Ponce. Como la pelada. Como el arco. Como Jerónimo.

Como mi corazón.

Como mis recuerdos. Como lo que espero. Como es.

Así digo que soy. Así digo que es Córdoba Capital.

Como yo.

lunes, 4 de julio de 2011

El mate como a mí me gusta

Es cierto que somos criticados siempre por nuestros gustos o nuestra forma de pensar. Pero si hay algo que tiene los primeros lugares en "la sacada de cuero" sobre nuestro paladar es el mate.
Que se toma amargo, que no se tiene que lavar, que se cura así o asá, que no se le ponen yuyos, que se ceba de costado, etc, etc.
En esto de sincerar mis gustos y mi forma de pensar, hayalgo que desde hace tiempo quiero decir y dejar en claro, y no me importa las consecuencias.
De como me gusta en mate a mí.
Por empezar, el recipiente. No soy exquisito y no tengo predilección si es madera, vidrio, metal o porongo del Congo Belga.
La bombilla. Mientras se pueda tomar y no deje pasar los palos, bienvenida sea.
En agua. Caliente, sin ser producto de una erupción volcánica ni ser tibia cual Rio Xanae en verano, me viene bien cualquier temperatura.
La yerba es un tema. No soy pretencioso de una marca en especial, pero tampoco me banco la "yerba secada al sol". Que sea yerba, con o sin palos, me da igual.
La forma de cebar para mí es echar agua caliente, y ya. Capaz que esté diciendo una herejía, pero hasta ahora como verán, no soy de grandes pretensiones.
Por último y como dato final de mi preferencia, está la que necesito que sea dulce (tampoco un almíbar), pero dulce y sin edulcorante porque lo detesto.
Así me gusta el mate a mí. Esto no quiere decir que si alguien me ofrece "un amargo", yo lo desprecie, no, simplemente lo prefiero dulce y si es posible con un poquito de peperina...¡ahh que placer!. Ese es mi favorito.
Me olvidaba, debe estar cebado con amor y dedicatoria. Es fundamental para que uno se sienta bien. Que uno se sienta que está compartiendo "unos mates"...hasta el ruidito final.