lunes, 4 de julio de 2011

El mate como a mí me gusta

Es cierto que somos criticados siempre por nuestros gustos o nuestra forma de pensar. Pero si hay algo que tiene los primeros lugares en "la sacada de cuero" sobre nuestro paladar es el mate.
Que se toma amargo, que no se tiene que lavar, que se cura así o asá, que no se le ponen yuyos, que se ceba de costado, etc, etc.
En esto de sincerar mis gustos y mi forma de pensar, hayalgo que desde hace tiempo quiero decir y dejar en claro, y no me importa las consecuencias.
De como me gusta en mate a mí.
Por empezar, el recipiente. No soy exquisito y no tengo predilección si es madera, vidrio, metal o porongo del Congo Belga.
La bombilla. Mientras se pueda tomar y no deje pasar los palos, bienvenida sea.
En agua. Caliente, sin ser producto de una erupción volcánica ni ser tibia cual Rio Xanae en verano, me viene bien cualquier temperatura.
La yerba es un tema. No soy pretencioso de una marca en especial, pero tampoco me banco la "yerba secada al sol". Que sea yerba, con o sin palos, me da igual.
La forma de cebar para mí es echar agua caliente, y ya. Capaz que esté diciendo una herejía, pero hasta ahora como verán, no soy de grandes pretensiones.
Por último y como dato final de mi preferencia, está la que necesito que sea dulce (tampoco un almíbar), pero dulce y sin edulcorante porque lo detesto.
Así me gusta el mate a mí. Esto no quiere decir que si alguien me ofrece "un amargo", yo lo desprecie, no, simplemente lo prefiero dulce y si es posible con un poquito de peperina...¡ahh que placer!. Ese es mi favorito.
Me olvidaba, debe estar cebado con amor y dedicatoria. Es fundamental para que uno se sienta bien. Que uno se sienta que está compartiendo "unos mates"...hasta el ruidito final.

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