A pesar de los detractores. A pesar de los dañinos. A pesar de los funcionarios que miran para otro lado.
A pesar de todo esto y de más, ellas siguen con esa postura.
Orgullosas y altaneras. Perfectas en sus formas y su pose.
Tanto la piedra con la cual están hechas como el cincel del artista que las talló, se pusieron de acuerdo para obtener el mejor resultado: la actitud.
Pero ojo!. Las estamos descuidando demasiado y las estamos dejando muy solas.
Se bancan el frío y la lluvia pero no pueden contra los salvajes desprovistos de amor por lo propio y un cacho de sentido común.
Abracémosla que está sola. Cuidémosla.
La ciudad y nuestro corazón, nos lo agradecerán.
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