viernes, 1 de abril de 2011

Desde niño

Siempre quise verme sin espejo. Saber como soy sin la ayuda de algo que refleje mi imagen.
Buscar alguien que me retrate o haga un busto de mi persona, me pareció poco agradable.
Hacer un autorretrato tiene mucho de similitud con aquello de "ver lo que se refleja", y aunque lo hice, no fue de mi agrado.
Hasta que aparecieron ellos: los niños.
Las manos y los ojos de las criaturas que son inmaculadas, puras, sin contaminantes. Volátiles y etéreos. Magníficos representantes en la tierra de "La Pureza".
Allí si. Eso me pudo. Con eso comulgo y doy fe.
Ahora lo veo y me veo. Es más, me ve un niño.
Y si un niño te ve...es porque estas vivo.

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