Son esas las manos. Es esa su alma.
En ese calor está el secreto, la ternura y el amor.
Ese inmenso amor que no tiene límites. Es infinito. No tiene medida.
Así como amasa, te besa y te habla. Con firmeza pero dejando todo. Con ternura que te envuelve y te somete a lo que ella quiere. Con esas mismas manos que te da y no te pide nada. Pone harina a la masa para que no se pegue y te esparce por todo tu cuerpo la paz que andas buscando. Siempre fue así. Siempre entregó todo.
Con las manos suaves y con el alma abierta.
Rezando por todos. Abrazando a todos. Alimentando a todos con su mejor masa: sus besos.
Esas son las manos del alma de mi Mamá.
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