Como abandonada por el destino.
Ni siquiera la rompió una piedra de algún niño atrevido. Nada.
Allá está, en la vieja fábrica de damajuanas de Quilino.
Con la compañía de yuyos y enredaderas que tratan de tapar los carteles que espantan a los visitantes.
Esta damajuana está sola. Desde la puerta se la puede ver, hasta yo diría que se la puede oír preguntar:
¿A quien busca?
No hay comentarios:
Publicar un comentario