jueves, 14 de mayo de 2009

En cual de los mundos?

Me levanto a la mañana y mientras me baño enciendo la radio. La sintonía está clavada en una emisora local por la cual mis oidos son taladrados despiadadamente por gritos y voces estridentes. No me puedo mover a cambiarla. Estoy todo enjabonado y por ende debo soportar por un rato más, esta agresión auditiva.

Las cosas en el "Primer Mundo" funcionan perfectamente. La gente se conduce con comodidad en su vehículo casi aislado del mundo, o mejor dicho, viendo "escenas ajenas" a travéz de los vidrios, encerrado en su coche.
Ruego que el bondi pare y no me deje otra vez como un otario en la parada haciendole señales de "auxilio". Buenísimo!... no está tan lleno y lo pude tomar viajando en el estribo por un buen trecho.
Desde la "4x4", apenas abierta la ventanilla del conductor, se asoma la mano del tipo y suelta al viento de su paso, una etiqueta de puchos vacía. Inmediatamente se cierra dicha ventanilla y el coche se aleja despreocupadamente.
Un niño con su guardapolvo maltrecho y con sus útiles llevados casi al descuido debajo de su brazo, pasa pateando un botellita de gaseosa de vidrio. La misma lo acompaña hasta que el puntazo que le asestó el pequeño al recipiente lo hace estallar contra la pared de una casa. Ni el estruendo ni el desparramo de los vidrios rotos, hacen que el niño recapacite y sienta al menos verguenza por su acto. Por en contrario. Rie y se aleja gritando gol.
Un policía está parado en la esquina. No hay semáforos. Los autos doblan indevidamente hacia la izquierda. Hay autos estacionados en la parada de un trole. Pasan motocicletas sin patentes, conductores sin casco, familias completas sobre el biciclo (padre, madre y 2 hijos) sin ninguna protección y desde lo lejos se escucha un auto que viene a gran velocidad y con escape libre.
El policía está enviando un mensaje desde su celular. Mirando el mismo y sin levantar la vista, se sonríe.
Camino por el barrio y un ruido a cascos de caballo me hace girar mi cabeza. Es un hermoso carro fileteado, con ruedas de madera grandes y con el caballo con arneses de bronce lustrado. El conductor de semejante carruaje, con un pañuelo al cuello y un pucho en la boca, hace juego con el vehículo. En la madera del costado, el carro reza: "Dios me proteje".
Un Dodge 1500 Rural, maltrecho, oxidado y con su estructura seriamente dañada, pasa al lado. Ambos, el carro y el Dodge, deben frenar su marcha porque un auto japonés de última generación, los pasa indevidamente y tiene que detenerse abruptamente ante un colectivo que está "alzando" gente en la parada.

Las cosas de "este" mundo tangible y más que real, están allí. Las buenas y las malas. Las sanas y las que están contaminadas. Solo los que no quiere verla, se la pierden. Por más que vivan en "otro Mundo".
Me encantó el caballito.

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